perdiendo

Aunque no lo crea estoy perdiendo mucho.
Si, esa tarde nublosa y apagada, ese café negrusco y apagado, ese té verde, con fragancia exquisita, ese lacónico y armonioso sigilo de noche.
He perdido la más candente noche, la más fugaz mañana, la más, y es poco, tarde circunstancial entre lo ameno y lo aburrido.
En todas las ambigüedades mundanas, se pierde mucho, más, si se es como se quiere, mas, si se trata de ser, lo que se pretende... no es compromiso con lo aparente, es... simplemente, algo de razón sin fondo, la misma, que nos deja el hueco después de la zozobra de malinterpretar.
Recuerdo, muy vagamente, los ejercicios de coordinación de ambas manos, mismos, que me han dejado un pequeño hilillo de franca y vana innecesariedad al respecto de mis ejecuciones. Sí, no es tan grave, es, simplemente, un vago vacío entre lo que quiero y lo que puedo, no son las luchas del domingo, tampoco, la nostálgica fragancia que Ale Uve, dejo en mi, es solo, la mínima sospecha que nace en el encuentro entre la distancia y el deterioro que emana de mi: si, el ente animal, el ente facial y multicomplex que se administra en mí y que no deja cobijo, ni paso, a venideros personajes que multipliquen y hagan valida mi postura tercer-mondeteísta: ¿Tan grave es la realidad del tiempo, del espacio, y del ser? Ni me interesa, pero, por qué lo sigo refiriendo y sopesando, por qué, da su inicio, en la indagación, cando es el mero fin... solo se lo puedo atribuir a las tantas y cuantiosas perdidas que he vivido, sentido y otorgado en este cosmo-espacio, tiempo-distancia-y-lugar.