borrachos fest xvii

blues del atajo

todas las historias caben en un blues.
como esa, de la que nos agarramos por unos días
o por semanas
tal vez meses,
durabilidades anuales inalcanzables.
en la que encontramos puntos reflectivos
espejismos.
todas las historias entran en cualquier malquerer
en muchos tejidos y entramados conflictos.
como ésta, tan perdida.
todos hacemos historias.
inventamos.
las protagonizamos,
las olvidamos.
terminan fomentando el vicio circular,
entre cuatro paredes
o al aire libre.
todo cabe en un huequito, sabiéndolo acomodar.

perhaps

y así pasan los días y yo desesperado/
y tú/
tú/
contestando/
quizá, quizá, quizás...

alguna vez le rogué a lina por algo de afecto. por esos días era más humano. No quiero decir que ahora no lo sea. tal vez me comporto de manera inhumana, dirían algunos, o simplemente, me dejo llevar por lo que en la vida he aprendido y por eso doy fe de mi experiencia acumulativa al grado de creerle; es algo así como el lenguage que se me enseño: le creí a quien me lo transmitió de manera natural. el que me haya atormentado algo de tiempo por ella, fue síntoma inequívoco de mi calidad humana inexperta e impulsiva(sigo sin madurar y, pues soy el impulso que mis actos avientan al éter con una potencia sustentable).
no creo mucho en la casualidad o las conexiones que generan las personas cuando se separan por mucho tiempo. a decir, una sola vez en mi vida me ha ocurrido que el accidente de lo casual me haya puesto en el mismo lugar, día y hora, para toparme de frente con alguna persona que no veía desde hacía tanto tiempo. sin embargo, hoy me ocurrió que vi a lina en el aeropuerto, o por lo menos, eso quería creer mi consciente, que más consciente que despierto, sigue habitando una duermevela que ya tiene sus años de permanencia(into my little world).
no me interesó siquiera hacer caso de ese evento, lo más seguro, es que fuera un montaje imaginativo fomentado por el jetlag y no otra cosa.



cheer mate!