noche de hombre lobo(wolfman nigth)
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llegar a un mausoleo, con columnas bizantinas y detalles de orden crepuscular me reretsultó una experiencia particularmente diferente. Reconozco que en lo general, siento un placer irremediable cuando camino al rededor de lugares de naturaleza totalmente muerta, y en contraparte, por curiosidades sintéticas que merecen mas la pena no visitar, por su carácter alegre y disfuncional. Acepto, que mis gustos son meramente raros en cuanto a la arquitectura de los lugares y más aún, cuando son tristes, oscuros, lluviosos, vetustos, marchitos, solemnes, naturales y solitarios e incluso ominosos. Motivos y pretexos siempre habrá miles. Los míos no existen: sólo caminé intentando llegar a casa de la Abuela y terminé haciendo escala en el Panteón que está próximo a su casa(la de mi Abuela). Más interesado por los dueños de la fosa común, que por lo que me rodeara; me interne entre el boulevard y algunas calles aledañas, sorprendido de ver tumbas que tienen algunos "añitos" de antiguedad. Descubrí con asombro y algo de temor, ya experimentado, que ciertos recuerdos se asomaban en mi interior intentando escapar, hasta que cierta nostalgia infantil los disparo. Memorias mortecinas me rodearon, asomándose en tortuosos flashbacks y disgregándose en terrores totales, en los que al pasar por el deposito de materiales del panteón se intensificarón, logrando atenuar mi memoria de infante:
Uuna vez, caminaba de la mano de mi prima Alma, mis primos me acompañaban en una caminata que resultaba ritual y de una longevidad que creía indestructible(en ese entonces), hasta éste momento, en el cual, creo y afirmo su mortandad(en éste ahora). Al pasar por la puerta del deposito de herramientas y materiales del panteón vimos, fielmente, los restos de quiensabecuantos humanos. No sé que de tiempo paso, lo que si sé es que esa imagen quedo en mi eternidad. Sentí miedo, eso no lo dudo. Pero después, comprendí un total. Sabía qué era la muerte. Desde mas chico compredía su significado. Incluso, sabía que a mi me ocurriría en algún momento de mi vida. Había asistido, por a fuerza de voluntad, a varias exequias, con el único fin de corroborar la lealtad y fraternidad vecinal, pero jamás, hasta ese momento, había visto los restos mortales de "alguien", y en ésta ocasión, vi los de muchos alguien, en un total colectivo: había cuerpos completos, juegos de fémures, de cráneos, carnes pétreas, torsos, costillares, falanges y falangetas en juegos pianísticos, en partes, torcidos, perforados... un sistema oseo conjugado y multiplicado por la eterna ley de lo natural, corregido por el quehacer humano, seleccionado por la muerte celular programada, evangelizado en totalidad por la gloria celestial de Sn. Pedro y legalizado por la burocracia institucional en actas de defunción... y yo ahí, parado, observando el inevitable "destino", comprendiendo que la vida es un mero puente de reconocimiento personal en un colectivo multifuncional, en espera consciente... consciente.

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