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11 de abril de 2009

abandono

una vez, regresé de unas vacaciones en oaxtepec después de 15 días de nado desincronizado y de actividades superfluas y estúpidas. lo que sí me gustó fue que permanecí separado de mi familia por esos 15 días, aunque el infortunio de la mecánica vacacional me obligara a ser participe de todas las pendejadas que articulaban como actividades los consejeros del lugar. de regreso, y como hizo costumbre, mamá no fue por mi, dando inicio así, a una pormenorizada secuencia de abandonos consistentes y de frecuencia permanente. quiero creer que no fuí el último en ser recogido... sí, quiero. me da risa el símil, y aunque son situaciones diferentes, el abandono es lo que es: a pinki su padre lo mató una invasión estúpida y grotesca, y de igual forma que a mi, él espero y nunca llego nadie.
no sé cuando el virtuosismo de la espera llego a ser una falacia en mi animo. lo que sí sé, es que me da igual esperar o no hacerlo: siempre encuentro algo en que "perder" el tiempo mientras la hora llega. y en este y todos los casos, esperar ya se ha convertido en algo que no me interesa.

siempre que las tragedias nucleares que se constituyen en mi internal-brain-chemistry recolectan las componentes necesarias para atraer o reconstruir recuerdos como éste, me siento en una ambigua, rara y metaforme universalidad, idéntica a la que el abandono en la espacialidad del exterior pueden ser imaginadas o sentidas, al igual que la que un astronauta pueda experimentar en constante refracción con su apatía y depresión.

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