Site Meter

5 de octubre de 2004

recuerdo de altura

La última vez que vagaba por el paseo de la reforma llovía. pensaba en Alejandra, recordaba las flores, tequila, y telefonemas. ayer fue 4 de octubre, hace varios años, en cuatro, vagábamos todos por las calles del centro de Cuernavaca, perdidos, abstraídos, con le necesidad a cuestas, cada cual se perdía en los confines de su mundo particular. yo, solo me encerraba en el mío propio:
podría haberle pedido lo que quisiera.
podría haber solicitado cualquier capricho.
podía, con todo derecho, escapar.
... al llegar a río Tiber, me olvide de ella, pensé en los cientos de veces que pasaba por ahí, en el café del arrabal, en san marino, en Tiber 42, en el cabrito que consumíamos con ávido apetito en la hija de Moctezuma, en Mondragón, en Carlos, en Zarate & brother's blues band... en el CD de la muerte de los Pixies que me regalo pedro en una navidad. hasta en ese banco malicioso(cual no lo es, ja!) de banamex... recordaba, la vista del Ángel desde la azotea en san marino, la visión que exigía atenta observación al dirigir la mirada hacia cualquier parte, punto o lugar al que se voltease a ver... muy seguido subía. me interesaba fuertemente el aspecto intestinal y arterial de ciudad de México, las calles mostraban los síntomas clásicos de la arterioesclerosis; su ámbito, dejaba ver la patología inequívoca de el paro respiratorio; el interior de sus centros, "el que retiembla", mostraba un aparato intestinal estreñido, la ulcera mas dolorosa y supurante, sanguinolentamente purpúrea, hedionda y cansada. se podía escuchar el llanto famélico que en su interior nace y que se mezcla al salir con ese maremagnum sinfónico, con esa voz de miles de bocas, con ese grito que desgarra, muere y se disipa.
al llegar a insurgentes, me olvide de san marino y todo el fardo que le corresponde. pensaba mas fuertemente en ella de nuevo: los caminos tan irregulares por los que atravesábamos, las paginas tan borrosas que escribíamos, el drama confuso que vivíamos. nos emocionábamos al vernos, al reencontrarnos. sobre insurgentes y reforma ocurría que olvidaba por completo la existencia de la vida animada; subía al bus, leía el periódico, o algo, y me escapaba de esas realidades perdidas, tal vez solo fueron los sueños barbitúricos de esas noches en Cuernavaca, tal vez solo fue el influjo imperecedero que dejaba sobre la piel al tocarla, o quizás, solo fue su carácter, la belleza de diosa perdida, o furia real, la que perduro siempre, y la que, probablemente perdura todavía.


Send Me A MessageAudio Comentario